I my Blog.

Querido lector: Si le gustan las películas llenas de conejos cantantes, naves espaciales explosivas, o alegres animadoras está en el blog equivocado. Este blog es extremadamente alarmante, una expresión que aquí siginifica "un chico raro y su mirada citrica e irracional de este mundo, con sangre, tripas e insultos en cada entrada" Pero ustedes son totalmente libres de buscar en el siguiente blog un entretenimiento más liviano, como un capitulo de los pitufos o algo asi.

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Mazamorra.

estás vivo
eres sano y buen mozo
eres negro y comunista
eres judío
tienes sida y pie plano
hueles mal
eres un genio
corres la milla en un minuto
nadie te quiere
todas deliran por ti
tienes un yate y tienes diarrea
soy maricón y padre de familia
mi madre murió
mi padre era un ebrio
mi hermana era una puta
mi hermano también murio
y mi otra hermana:
todos torturados
unos de cáncer
otros de Lonquén
unos car crash
otros con la droga
y no tengo casi colesterol
no tengo arrugas
mi esposa me adora
su amante la adora
yo adoro a su amante
qué mazamorra.

Viceversa.


Tengo miedo de verte 

necesidad de verte 
esperanza de verte 
desazones de verte 



tengo ganas de hallarte 
preocupación de hallarte 
certidumbre de hallarte 
pobres dudas de hallarte 



tengo urgencia de oírte 
alegría de oírte 
buena suerte de oírte 
y temores de oírte 



o sea 
resumiendo 
estoy jodido 
y radiante 
quizá más lo primero 
que lo segundo 
y también 
viceversa.

Espantapájaros - Oliverio Girondo.

No se, me importa un pito que las mujeres
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de soportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible

- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase,
tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos?

¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo
y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina,
volaba del comedor a la despensa.
Volando me preparaba el baño, la camisa.
Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando,
de algún paseo por los alrededores!
Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado.
"¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos,
ya me abrazaba con sus piernas de pluma,
para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia
que nos aproximaba al paraíso;
durante horas enteras nos anidábamos en una nube,
como dos ángeles, y de repente,
en tirabuzón, en hoja muerta,
el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera...,
aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!
¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...
la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea,
¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?

¿Verdad que no hay diferencia sustancial
entre vivir con una vaca o con una mujer
que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender
la seducción de una mujer pedestre,
y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando
.