Poco sé de bares.

Poco sé de bares,
mucho menos sé de copas,
nada sé yo de mujeres,
y algo menos que nada
sé de vos.
Pero sí, de algo estoy seguro,
te juro, Natalia,
la canción que te escribí la otra noche
no habla de amor.
Algo sé de rubias,
de infortunios y desgracias.
Mucho sé del fracaso
y mucho más que mucho
sé yo del desamor.
Cómo despistar al recuerdo
de tu sombra entre mis sábanas
si tu cuerpo por mi cama
nunca pasó.
De la boca para adentro
sé que soy un tipo complicado,
más de la boca para afuera
la complico peor en realidad
y aunque como vos bien dijiste,
los carnavales terminaron,
te confieso, Natalia,
sigo con el mismo disfraz.

No che, tan genial la canción. En serio tienen que escuchar porque si de La de Mora. Voy a poner parte de la letra porque es genial pero la tienen que esuchar porque nose, le encuentro esa melodia que me despega tanto.

son muchas cosas que estoy dejando
algunas buenas otras no tanto
no me hace gracia pero hay que hacerlo
de vez en cuando

para engañar al olvido
pernocto y escribo
es lo que hago si sobrevivo
no viene al caso
sigo arañando el empate
sigo pagando el rescate
y sobre todo sigo pensando
que estoy de paso

aunque mil veces me fui corriendo
nunca me olvido de donde vengo
es la conciencia que no la uso pero la tengo

esta volviendome loco
esta apostando con mis porotos
algunas veces me jodo un poco sentirme un viejo

cuando me veas en otra
y no te pase pelota
dejame solo pero ni a palos
te vayas lejos

y asi pasa de grado el vacio que crece en mi
se va un paso a la mierda el mundo
y escucho una voz que responde cuando me pregunto
diciendo "porque si"

La noche estaba lista para darme un cachetazo
y yo tan tonto que nunca lo ví venir.
Mi mente relajada se colgaba en la pavada:
“¿hará mucho calor para ir de jeans?”
Puse todas mis fichas en un casillero,
le puse al whisky dos de hielo;
estaba tan confiado y decidido,
la noche parecía pan comido.
Hacia la del pirata con un parche y mala pata,
una rubia bonita era el botín.
“Estoy tan sola en casa, venite a ver qué pasa”,
me dijo y no dudé en decir que sí.
Comenzamos a sacarnos la ropa,
todo iba bien, bien viento en popa.
Estabamos a punto y de repente
la cama era un divan y yo un paciente.

No, no fue por la cerveza.
No fue ninguna maldición.
No fue por mí, no fue por ella.
No fue ninguno de los dos.
No sé cómo explicarlo, por qué nadie me entiende,
para mí...fueron los duendes.

Le hablé de mi pasado, mi presente, mi futuro,
del laburo, de mis novias y de tí.
Me dijo comprensiva “no te preocupes mi vida (estaa)es bueno
 a veces no decir que sí”.

Volví a mi casa otra vez a dormir solo;
sin barco, rengo y sin tesoro.
Me dije al despertar al otro día:
“la vida del pirata no es la mía”.
 

(mentira!)

Yo no sé si será
porque estoy vivendo de prisa
o si será porque me estoy
muriendo despacio;
me da lo mismo un cuatro de copas,
un gol con la mano, el bar de la esquina,
las seis de la tarde, el amor de una mina
o un lunes feriado.
Yo no sé si desde un comienzo
mi magra fortuna ya estaba escrita
o si soy yo que
arrojo pésimo los dados.

La De Mora,

tuviste muy buenas promotoras.