I my Blog.

Querido lector: Si le gustan las películas llenas de conejos cantantes, naves espaciales explosivas, o alegres animadoras está en el blog equivocado. Este blog es extremadamente alarmante, una expresión que aquí siginifica "un chico raro y su mirada citrica e irracional de este mundo, con sangre, tripas e insultos en cada entrada" Pero ustedes son totalmente libres de buscar en el siguiente blog un entretenimiento más liviano, como un capitulo de los pitufos o algo asi.

Lucas, sus luchas con la hidra.

Ser una hidra es fácil pero matarla no, porque si bien hay que matar a la hidra cortándole sus numerosas cabezas (de siete a nueve según los autores o bestiarios consultables), es preciso dejarle por lo menos una, puesto que la hidra es el mismo Lucas y lo que el quisiera es salir de la hidra pero quedarse en Lucas, pasar de lo poli a lo unicéfalo. Ahí te quiero ver, dice Lucas envidiándolo a Heracles que nunca tuvo tales problemas con la hidra y que después de entrarle a mandoble limpio la dejo como una vistosa fuente de la que brotaban siete o nueve juegos de sangre. Una cosa es matar a la hidra y otra ser esa hidra que alguna vez fue solamente Lucas y quisiera volver a serlo. Por ejemplo, le das un tajo en la cabeza que colecciona discos, y le das otro en la que invariablemente pone la pipa del lado izquierdo del escritorio y el vaso con los lapices de fieltro a la derecha y un poco atrás. Se trata ahora de apreciar los resultados.
Hm, algo se ha conseguido, dos cabezas menos ponen un tanto en crisis a las restantes, que agitadamente piensan y piensan frente al lactuoso fato (...) Aprovechemos esta voluntad de desorden y tajo ahí nomas a esa cabeza amiga del encierro, del sillón de lectura al lado de la lampara, los libros y revistas apilados por orden de prioridad. 
Pero es muy difícil matar a la hidra y volver a Lucas, él lo siente ya en mitad de la cruenta batalla. Para empezar la esta describiendo en una hoja de papel que saco del segundo cajón de la derecha del escritorio, cuando en realidad hay papel a la vista y por todos lados, pero no señor, el ritual es ese y no hablemos de la lampara extensible italiana cuatro posiciones cien vatios colocada cual grúa sobre obra en construcción y delicadísimamente equilibrada para que el haz de luz etcétera  Tajo fulgurante a esa cabeza escriba egipcio sentado. Una menos, uf. Lucas esta acercándose a si mismo, la cosa empieza a pintar bien. 
Nunca llegara a saber cuantas cabezas le falta cortar porque suena el teléfono y es Claudine que habla de ir co-rrien-do al cine donde pasan una de Woody Allen. Por lo visto Lucas no ha cortado las cabezas en el orden ontológico que correspondía puesto que su primera reacción es no, de ninguna manera, Claudine hierve como un cangrejito del otro lado, Woody Allen Woody Allen, y Lucas nena, no me apurés si me querés sacar bueno, vos te pensás que yo puedo bajarme de esta pugna chorreante de plasma y  factor Rhesus solamente porque a vos te da el Woody Woody, comprende que hay valores y valores. Cuando del otro lado dejan caer el Annapurna en forma de receptor en la horquilla, Lucas comprende que le hubiera convenido matar primero la cabeza que ordena, ataca y jerarquiza el tiempo, tal vez así todo se hubiera aflojado de golpe y entonces pipa Claudine lapices de fieltro Gesualdo en secuencias diferentes, y Woody Allen, claro. 

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