I my Blog.

Querido lector: Si le gustan las películas llenas de conejos cantantes, naves espaciales explosivas, o alegres animadoras está en el blog equivocado. Este blog es extremadamente alarmante, una expresión que aquí siginifica "un chico raro y su mirada citrica e irracional de este mundo, con sangre, tripas e insultos en cada entrada" Pero ustedes son totalmente libres de buscar en el siguiente blog un entretenimiento más liviano, como un capitulo de los pitufos o algo asi.

Mi vida sin Hailey II

Y son esas pequeñas cosas las que te hacen retroceder, estos tercos pedazos de su vida que yacen latentes, como reliquias que esperan ser desenterradas: su olor en una de mis camisas, una lista de compras anotada en medio de la libreta junto al teléfono, su pintalabios y una cuenta en el bolsillo de mi traje; los restos de una vida que se ha desvanecido. Sabiendo que es un error, desarrugo la cuenta, y ahí están, en una emborronada tinta azul, las sopas que tomamos, su ensalada con carne y me entrecot deshuesado, la botella de Chianti, el pastel de manzana que compartimos para el postre. Y ahora esa noche me inunda con una lucidez cortante, el vestido rojo y ceñido de Hailey, el pelo recogido detrás de su esbelto cuello, la forma en la que echaba la cabeza atrás para reír y, sobre todo, la memoria de las sensaciones, lo que era sentirse pleno y pertenecerle, esa sensación que solía tener de ser yo mismo. Y me vuelve al estómago ese sufrimiento estremecedor tan familiar, el pesado vacío en el pecho, pero no voy a llorar. Cierro los ojos y vuelvo a estar aquí, sentado frente a ella, bebiéndola como si fuera vino, y el dolor abrasador de perderla renace intacto, un atizador al rojo vivo que me remueve las entrañas. Pero no lloro.
     Tenía una mujer. Se llamaba Hailey. Ahora ya no está. Y yo, tampoco.

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